viernes, 18 de diciembre de 2009

Posibilidades

Las posibilidades de que pasen cosas que tememos siempre están, y esto es lo que condiciona nuestra conducta, entre otras cosas, al restringir ciertas acciones por miedo a que desencadenen otras. No es nada del otro mundo dejar de hacer cosas para no dañarnos, no? El problema llega cuando suponemos que el daño lo puede causar hasta lo más mínimo y, por miedo a terminar heridos resulta que reaccionamos de maneras que a veces son más perjudiciales que otra cosa. El miedo de sufrir es lo que hace que nuestras acciones a veces nos hagan reflexionar sobre si es correcto hacer o decir tal o cual cosa; el miedo de que el otro no sienta lo mismo, de sentirnos solos en este mundo, que la otra persona "no esté en la misma página". Eso muchas veces lleva a confusiones en nuestra cabeza entre lo que sabemos, lo que suponemos y lo que queremos suponer, y hace que las personas choquen o griten, solamente porque no encontramos cómo ser sinceros con nosotros (y con el otro).También está el miedo que activa ese mecanismo de defensa que llevamos dentro. El miedo a que algo demasiado bueno (en ese momento y circunstancias) desaparezca, se vaya; todo es demasiado grande como para considerarlo, un universo de posibilidades... El miedo de pensar que es muy probable que la persona que tanto querés pase a ser sólo un recuerdo es demasiado, entonces tomamos miles de precauciones estúpidas o nos convencemos de cosas que sólo nos autodestruyen, para poder después decirnos que "después de todo, no era tan bueno". Pero sabemos que lo es y no queremos perderlo. Porque es lo que queremos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario